Javier SANTACREU_La Belleza Inhabitada
Mi obra es música pura
ya que la excelente lírica de Cernuda que me inspira
no se puede describir.
Pido al público que asista hoy sin prejuicios
al estreno de mi composición.
Así se expresaba Javier Santacreu antes de estrenar La Belleza Inhabitada,
obra con la que ganó el Premio de Composición de la AEOS 2009.
EL JOVEN MARINO
El mar, y nada más.
Insaciable, insaciable.
Con pie desnudo ibas sobre la olvidadiza arena,
Dulcemente trastornado, tal el hombre cuando un placer espera,
Tu cabello seguía la invocación frenética del viento,
Todo tú vuelto apasionado albatros:
A quien su trágico desear brotaba en alas,
Al único maestro respondías:
El mar, única criatura
Que pudiera asumir tu vida poseyéndote.
(...)
Porque el deseo se yergue sobre los despojos de la tormenta
Cuando arde el sol en las playas del mundo.
Mas ¿qué importan a mi vida las playas del mundo?
Es esta solamente quien clava mi memoria,
Porque en ella te vi cruzar, sombrío como una negra aurora,
Arrastrando las alas de tu belleza
(...)
Quién podría vivir en la tierra
Si no fuera por el mar. . .
(...)
Cambiantes sentimientos nos enlazan con este o aquel cuerpo,
Y todos ellos no son sino sombras que velan
La forma suprema del amor, que por sí mismo late,
Ciego ante las mudanzas de los cuerpos.
Iluminado por el ardor de su propia llama invencible.
Yo te adoraba como cifra de todo cuerpo bello,
Sin velos que mudaran la recóndita imagen del amor;
Más que al mismo amor, más, ¿me oyes?
Insaciable como tú mismo,
Inagotable como tú mismo;
Aun sabiendo que el mar era el único ser de la creación digno de ti
Y tu cuerpo el único digno de su inhumana soberbia.
(...)
Y una vez, como rosa dejada,
Flotó tu cuerpo, apenas deformado por las nupciales caricias del mar,
Más pálidos los labios, lo mismo que si hubieran dado paso
A toda su pasión, el ave de la vida;
Igualmente bello así, joven marino,
Desgarradoramente triste con tu belleza inhabitada,
Como al tornasolar la vida tus miembros melodiosos.
Cambian las vidas, pero la muerte es única.
Aún oigo aquella voz exangüe, que en su vago delirio
Llegó hasta mí, a través de las velas caídas en la arena, como alas arrancadas;
Alguien que conocía tu ausencia, porque sus
ojos te vieron muerto, tal una rosa abandonada sobre el mar,
Decía lentamente: Era más ligero que el agua.
Qué desiertos los hombres,
Cómo chocan sin verse unos a otros sus frentes de vergüenza,
Y cuán dulce será rodar, igual que tú, del otro lado, en el olvido.
Así tu muerte despierta en mí el deseo de la muerte,
Como tu vida despertaba en mí el deseo de la vida.
(fin)
Extractos del poema El Joven Marino,
en Luis CERNUDA_Antología Poética
Ediciones RIALP, SA_Madrid, 2002
(pags 101-106)
También puedes leer el POEMA COMPLETO desde internet
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